En tus momentos más difíciles y oscuros, no temas porque Dios está contigo, desde que comienzas tu día hasta que te acuestas. Dios no descansa, no duerme y te dice que no tengas miedo, pues nada malo te puede suceder a su lado. “Cuando tengo miedo, confío en ti. Confío en Dios y alabo su palabra; confío en Dios y no tengo miedo. ¿Qué me puede hacer el hombre?” (Salmos 56,3-4) Deposita todas tus penas y preocupaciones en las manos de Dios y libérate para alabar y bendecir su nombre. Cree que el poder de Dios va a descender sobre tu vida para darte la victoria que tanto anhelas. ¡Confía! Que el Señor bendiga tu día.
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