¿Pecaste? ¡Ánimo! Como el hijo pródigo, levántate y no temas volver a Dios, quien aguarda siempre tu regreso en la oración y especialmente en los sacramentos de la Confesión y la Sagrada Comunión. ¿Hace tiempo que no te confiesas? ¡Esta Cuaresma es el tiempo propicio para volver al Señor confiando en su infinita misericordia! «No es fácil “enfrentarse” a los propios pecados, mucho menos si se trata de pecados y hábitos sexuales que pueden causar profunda vergüenza, culpa y remordimiento. Aun así, es necesario confesar los pecados graves “incluso si estos pecados son muy secretos” señala el Catecismo, “pues, a veces, estos pecados hieren más gravemente el alma y son más peligrosos que los que han sido cometidos a la vista de todos”.
Acércate al sacramento de la Confesión donde el Señor te espera con el mar de su misericordia. Recuerda, Dios hace nuevas todas las cosas (Ap 21,5), así que no tengas miedo. ¿Esto significa que tendrás que hacer algunos cambios en tu vida? Sí, pero también significa que el Señor llenará los vacíos de tu corazón y tu vida con una plenitud, libertad, paz y alegría que jamás imaginaste, esa plenitud para la que fuiste creado. «Haz la prueba y verás qué bueno es el Señor» (Salmo 34, 9). ¡Ánimo!
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