Confiar auténticamente en Dios produce paz en nuestros corazones, gozo en nuestro espíritu, tranquilidad mental y un cuerpo sano. Cuando nuestra confianza está puesta en el hombre y no en Dios, vienen los problemas, ocasionando mucho conflicto que ocasiona desasosiego, intranquilidad, decepción y hasta enfermedades serias. «Pero bendito el hombre que confía en mí, que pone en mí su esperanza. Será como un árbol plantado a la orilla de un río, que extiende sus raíces hacia la corriente y no teme cuando llegan los calores, pues su follaje está siempre frondoso. En tiempo de sequía no se inquieta, y nunca deja de dar fruto.» (Jeremías 17,7-8) Piensa si quieres tener el privilegio de recibir la bendición de Dios en tu vida, comienza a creer y a confiar en el poder de Dios para tu vida. Solo Dios hace al hombre feliz. Que tengas un bendecido día.
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